HISTORIAS DE ROCK

LA MUSICA FOLK

Aquellos pioneros del nuevo folk, los que transformaron las viejas melodias ancestrales en algo nuevo que comunicaba los problemas y los sentimientos de quienes las escuchaban, no podian sospechar la importancia que iba a tener aquel tipo de musica en los efervescentes anos sesenta. Sin los Beatles, el twist, la minifalda y los hippies seria imposible entender la decada de los sesenta. Asimismo, sin las canciones de Bob Dylan y Joan Baez, las campañas a favor de la integracion racial (siempre acompanadas por el 'We shall overeome') o los movimientos pacifistas contra la guerra de Vietnam, los sesenta hubieran tenido otro rostro y la musica otros argumentos y otras armonias. Todo empezo en 1959, en el I Festival Folk de Newport.
BOB DYLAN - JOAN BAEZ

Era la noche del 11 de julio de 1959, la primera jornada del festival de Newport se había desarrollado de acuerdo con todas las previsiones. Pete Seeger, que había recibido el encargo de los organizadores del veterano y prestigioso festival de jazz para que dirigiera esta versión folk, había logrado convocar a toda la vieja guardia que todavía estaba en activo. Por allí cantaron, con un tiempo desapacible, Jean Ritchie, John Jacob Niles, Bob Gibson, Frank Hamilton y los grupos de moda en aquellos años, empezando por los Kingston Trio o algunos toques exóticos que podrían sorprender a más de uno. Por ejemplo, en las primeras ediciones del festival Folk de Newport cantaron los Brothers Four y José Feliciano, Sabicas tocó la guitarra, entre otros nombres que no parecían encajar en las premisas de lo que muchos consideraban como el vehículo idóneo para la revitalización del folk americano. Seguramente los que estaban sobre el escenario no podían suponer que el relevo a su generación estaba sentado abajo, entre el público, absorbiendo sus enseñanzas a través de esa amplia muestra de estilos que allí se desplegaba. Esa noche, en torno a algunas hogueras, los espectadores comentaban los conciertos y algunos entonaban sus propias canciones, que naturalmente estaban encajadas en ese folk al que todos eran grandes aficionados.

Dice la leyenda que Bob Gibson, que debía actuar el segundo día, pasaba cerca de uno de esos grupos cuando se sorprendió al oír una voz purísima que se elevaba por encima del resto de los aficionados. Se acercó y escuchó durante unos minutos. Luego se identificó, saludó a Joan Baez, la propietaria de aquella voz, y la invitó a subir con él al escenario el día siguiente. El 12 de julio de 1959 los espectadores de Newport asistieron al nacimiento de una nueva estrella, que hasta entonces tan sólo habían podido escuchar algunos asiduos a los cafés musicales de la zona universitaria de Boston. La presentación pública de Joan en el festival de Newport, a cargo de Bob Gibson, es una historia auténtica. Parece que las circunstancias previas, ese encuentro nocturno en torno a una hoguera, es ya invención de algún especialista en imagen de la que sería su futura compañía de discos. Joan tenía sólo dieciocho años. Había nacido el 9 de enero de 1941 en Staten Island, Nueva York, y desde pequeña empezó a cantar en el coro del colegio. Ya desde entonces, se dio cuenta de que a las personas se las trata de diferente modo según su raza. Su tez morena, de origen mexicano, así se lo hizo entender. Tal vez por esto comenzó a arraigar en ella el sentimiento de lucha contra toda injusticia. La música fue una de sus más tempranas pasiones y pasó sus primeros años oyendo discos de Leadbelly, un legendario cantante negro, y los blues blancos de Eric von Schmidt. Su hermana le enseñaba canciones nuevas y aprendió a tocar la guitarra. Juntas ensayaban dúos entre los que estaba 'All my trials', que sería uno de sus primeros éxitos discográficos.

A los dieciocho años le llegó su primer trabajo más o menos serio. Fue en un club de jazz, Mt. Auburn 47, que su propietario quería convertir en un club de folk. Cantaba dos días a la semana y cobraba diez dólares. A Joan Baez, incluso sabiendo que era una desconocida, le molestaba que la gente no le hiciera caso y si alguien seguía hablando mientras ella cantaba era capaz de callarse y llamarle la atención. Durante la época de estudiante en la Universidad de Boston, Joan llegó a hacerse tan popular en los ambientes musicales jóvenes que su fama provocó problemas en sus relaciones con el chico con quien salía, un estudiante llamado Michael, que era incapaz de superar los celos que le provocaba la creciente fama que estaba adquiriendo Joan a nivel local. Pronto dejaría la Universidad, porque tenía muy claro que lo suyo era cantar. Seguidamente, Albert Grossman, uno de los nombres realmente importantes en el desarrollo y promoción del folk de los sesenta, le ofreció su primer contrato profesional: cuatrocientos dólares por cantar dos semanas, en su club de Chicago, The Gate of Horn. Allí actuaba regularmente Bob Gibson, que coincidió con Joan. De ahí que la historia del descubrimiento de Joan en la primera noche de Newport quede como mero recurso promocional para adornar su presentación pública en el mejor escenario que podía tener un nuevo cantante folk.
Joan Baez

JOAN BAEZ

Allí empezó la imparable escalada de Joan Baez, porque la escuchó el gran patriarca del folk americano, Pete Seeger, el organizador del festival. Y junto a él, todos los profesionales, periodistas, editores, managers y productores discográficos que se movían en torno al mundo de esta música que empezaba a adivinarse como una nueva fuerza comercial. Poco después, Al Grossman llevó a Joan a Nueva York a entrevistarse con el responsable de la CBS, John Hammond. Grossman y Hammond querían que Joan Baez firmara un contrato de ocho años. Sin embargo, con general sorpresa para los entendidos, Joan rechazó la oferta y firmó con un sello más pequeño llamado Vanguard Records. Seguramente pensó que más le valía ser cabeza de ratón, en el pequeño sello Vanguard, que cola de león, en la todopoderosa CBS. Esta decisión provocaría su ruptura con Albert Grossman y su contrato con Manny Greenhill como manager, empresario de Boston que representaba a varios conjuntos de blues y que estuvo a su lado durante los primeros ocho años de carrera. A partir del año 1960, Joan Baez empieza ya a grabar y a cantar con el respaldo de una compañía discográfica, con un manager y con el interés de los expertos, que adivinan en ella esa figura individual que el folk estaba necesitando para ofrecer al nuevo público joven una imagen adecuada a su edad y sus vivencias. En tan sólo tres días, Joan graba su primer disco en Nueva York. Se completan diecinueve canciones, cuando en el disco únicamente caben trece. El 5 de noviembre de 1960 da su primer recital en solitario en Nueva York, ante ochocientas personas.

Sirva como punto de comparación el hecho de que el primer recital neoyorquino de Bob Dylan, un año más tarde, logró la inaudita audiencia de cincuenta y tres espectadores. El disco de Joan salió en Navidad y llegó al tercer puesto en las listas de los álbumes más vendidos del país. En 1961, de la mano de Manny Greenhill, Joan ofreció ya veinte conciertos como figura central, lo que le proporcionó una buena cantidad de dinero. Le solían completar en los carteles los veteranos Lester Flatt y Earl Scruggs, célebres intérpretes de bluegrass, estilo musical campestre en el que predominan el banjo, la mandolina y el violín. A pesar de todo y aunque en sus viajes Joan Baez era tratada como una estrella, fue incapaz de soportar el ritmo de las giras y las galas. Casi a la vez que aparecía su segundo disco grande en el mercado, Joan tuvo que ser ingresada en un hospital donde se le diagnosticaron desnutrición, deshidratación e infecciones diversas. Y no era sólo eso, ya que estaba visitando regularmente a un psiquiatra para superar los problemas que tenía con Micháel. Dos semanas en el hospital le dieron fuerzas para iniciar una nueva gira por el Este y para tomar una decisión que estaba demorando desde hacía demasiado tiempo. Durante el descanso de uno de los conciertos Joan escribió una breve carta a Michael, en la que simplemente le decía: No vuelvo. Mínima explicación para poner fin a cuatro años de relaciones un tanto tortuosas. Años más tarde, Joan Baez confesaría públicamente que la salida de esta crisis la lanzó a los brazos de una mujer.

De vuelta a California, para no regresar al domicilio que había compartido con Michael, se fue a vivir a un hotel, el Carmel River Inn, donde conocería a Kim, con la que iniciaría una relación amorosa. Joan recordó así aquellos días: 'Yo no estaba confusa sobre lo que sentía, que me parecía muy claro, sino sobre lo que debía hacer. Tuve una aventura con una muchacha a los veintidós años. Fue maravilloso. Supongo que se debió a la sobredosis de infelicidad que significó romper con un hombre y en aquellos momentos necesitaba ternura y comprensión. Poco a poco fui reponiéndome y desde que Kim se fue no he vuelto a tener aventuras con mujeres'. Protectora de Dylan El 62 fue un año de transición para Joan Baez, ya que tiene como único dato importante la edición del primero de sus discos en concierto. Una fórmula que utilizaría luego de forma constante para cubrir los baches de su discografía, pero que en aquella primera ocasión solamente llegó a clasificarse en el décimo puesto de las listas, lo que no era poco en un momento en que el mundo pop hervía de ideas y el folk no parecía encajar en esa dura competición que siempre representa la escalada en los hit parades. En cambio 1963 fue un año especialmente glorioso. El 17 de mayo es cabecera de cartel de la primera edición del Festival Folk de Monterey, que si ha pasado a la historia no ha sido por la intervención de Joan, sino porque presentó por primera vez en público a su protegido Bob Dylan.

En julio, en una nueva edición del festival de Newport, vuelve a servir de introductora para Dylan y juntos cantan su inmortal 'Con Dios de nuestro lado', que mereció un curioso comentario de Stacey Williams, un experto en folk americano: 'Una cínica revisión de los datos de la historia que descubre cómo los hombres justifican las guerras. La señorita Baez y Dylan son intelectuales urbanos de los sesenta, pero cantan el tema en el anticuado estilo country de las montañas'. En ese tiempo Joan y Bob hacían buena pareja y en el mundillo folk se comentaba sobre su romance. No eran pasto de revistas del corazón ni de periódicos amarillos, porque el folk todavía no movía dinero. La mejor demostración es que 'We shall overcome', una de las canciones claves de la década, tan sólo llegó al puesto noventa de las listas cuando Joan la lanzó, en noviembre del 63, en formato single. Entonces todavía era la auténtica reina de la música folk, pero estaba a punto de quedar destronada por su amigo, novio, amante, protegido, desagradecido y lleno de talento, Bob Dylan. Joan Baez se estancaba al intentar conservar la pureza del folk. En un mundo que empleaba la música como un objeto más de consumo, las viejas canciones de las montañas que hablaban de cosechas o bandoleros poco servían para unas ciudades llenas de coches, pubs, universidades y guerrillas urbanas. Joan Baez pretendió mostrar el pasado a su público, pero los jóvenes de los sesenta preferían oír hablar de lo que estaba pasando a su lado y, además, oírlo en su propio idioma: el del rock. Por eso Dylan, que primero evolucionó en las letras, adaptándolas a las vivencias de cada día, y luego en las músicas, electrificando su guitarra, fue emergiendo como el gran profeta de su época, mientras Joan Baez se quedaba como símbolo del pasado.

En 1965, Bob Dylan invitó a Joan a su gira por Inglaterra pero, en contra de lo que ella pensaba, Dylan no la llevaba para que cantaran juntos. 'Yo presenté a Dylan en los Estados Unidos y devolverme el favor no habría sido sólo lo más natural sino que, además, me hubiera proporcionado un trampolín para mi propia gira, programada inmediatamente después de la suya. Al parecer no tenía que ser así'. Dylan cantó solo en Inglaterra, donde empezaba a ser figura, y Joan Baez empezó a concentrarse en temas sociales y políticos que sólo tenían relación marginal con el folk. No obstante, era tal su carisma que pronto el folk se convirtió en el crisol donde todas las protestas cívicas encontraron su mejor medio de difusión. No hubo manifestación de protesta, sentada, quema de cartillas militares ni cualquier otro acto de contestación ciudadana que no estuviera presidida por canciones e himnos folk, cuando no encabezadas por algunos de los mejores cantantes del género. Fue en 1964 cuando Joan participó en su primera manifestación contra la guerra de Vietnam celebrada en Carmel, California. Lo que empezó como un movimiento por la libertad de expresión, se convirtió en un movimiento radical contra la intervención norteamericana en el Vietnam. Joan se negó a pagar la parte de sus impuestos correspondientes a los gastos militares, por lo que las autoridades le embargaron casa, coche y otras propiedades. De vez en cuando, un funcionario de la oficina de impuestos se presentaba donde ella actuaba y se llevaba parte de la recaudación. Hasta que Joan Baez decidió pasar a la acción y fundó el Instituto para el estudio de la No Violencia, en un local de Carmel Valley, comprado por ella y muy cercano a su propia casa.

La decisión no fue fácil y añadió problemas a los que ya tenía Joan. De un lado, su importancia como cantante iba perdiendo peso, pero, por otro, su ejemplo como luchadora de los derechos civiles aumentó su popularidad, aunque también los odios. En agosto del 66 la organización Daugthers of the American Revolution le denegó la autorización para cantar en el Constitution Hall de Washington, porque la consideraban antipatriota por su oposición a la guerra del Vietnam. Ese año editó 'Pack up your sorrows' (Guarda tus penas), escrita por su cuñado Richard Fariña que había muerto unos meses antes en accidente de moto. Estaba visto que las preocupaciones no la dejaban en paz y en octubre de ese año era detenida, junto a otros ciento veinticuatro manifestantes, por obstaculizar la entrada de las oficinas de alistamiento del Ejército en Oakland, California. Joan pasó sus primeros diez días de cárcel. Al año siguiente, sus estancias en calabozos y celdas se harían mucho más frecuentes. Durante uno de estos arrestos conoció al líder de la protesta estudiantil David Harris, que sufría habitualmente condenas más largas que las suyas. Joan Baez empezó a interesarse por David en el Centro de Rehabilitación de Santa Rita, donde, junto con su madre y otras sesenta y siete mujeres, había sido arrestada por apoyar al movimiento contra el reclutamiento.

David se encontraba también preso en la sección de hombres. Joan se fue a vivir con él una temporada a la comuna de la residencia, en las montañas de Stanford. Poco después se casaron y Joan no tardaría mucho en quedarse embarazada. El 15 de julio de 1969 volvieron a arrestar a David y Joan decidió hacer un disco para él. Viajó a Nashville, grabó veinte selecciones con cierto aire country y eligió para la carátula uno de los bocetos que ella había dibujado de David. Aunque sus discos en aquella época sólo conseguían resultados pasables, seguía siendo una figura por encima de éxitos y modas. Por eso estuvo como invitada especial en el Festival de Woodstock en agosto del 69 y, un año más tarde, en el de la isla de Wight. Su mayor éxito en disco pequeño le llegaría en 1971, cantando la versión, actualizada por The Band, de un viejo tema de la guerra civil americana, titulado 'The night they drove old Dixie down', que fue número tres en las listas pop de singles. En el 72, terminado su contrato y su prórroga con Vanguard Records, Joan firma con A&M e intenta iniciar una nueva carrera con música más en la onda actual. 'In the quiet morning', un tema escrito por su hermana Mimi Fariña en recuerdo a la desaparecida Janis Joplin, sólo consigue llegar al decepcionante puesto sesenta y nueve, lo que convence a Joan de que lo suyo es la lucha política y social, y en este terreno es una auténtica especialista.

Indigna a las autoridades americanas cuando visita Hanoi, capital del Vietnam del Norte, para grabar allí el sonido real de bombardeos y sirenas que ilustrarían su disco 'Where are you now, my son?', dedicado a la guerra vietnamita. Pese a que muchos compatriotas comparten su rechazo a esta guerra, las ventas del disco son mínimas y tan sólo entra fugazmente en las listas, donde sube al puesto 138, una de las peores clasificaciones de una historia que tampoco abunda en números uno. Desde ese momento, la carrera musical de Joan Baez es errática y casi todos sus grandes momentos vuelven a estar ligados a la persona de Bob Dylan. En 1975 edita 'Diamond and rust', un álbum y una canción en la que narra sus relaciones con Dylan, con el que había vuelto a tener buenos contactos. Demostración de esta buena armonía es que Joan participa, en octubre de ese mismo año, en la gira que Dylan titula 'Rolling Thunder Revue'. Tres años después, Joan es la oponente femenina de la película de Dylan 'Renaldo and Clara'. Ya en los ochenta, tiene algunas  intervenciones donde demuestra que conserva su carácter independiente y liberal. Durante una gira por Sudamérica, ya en el 81, sufre boicots y amenazas de bomba por su postura contra el régimen chileno y, unos meses más tarde, participa, junto a Linda Ronstadt y Jackson Browne, en el concierto que cierra el Rally de la Paz, en el Central Park neoyorquino, ante una audiencia superior al millón de personas. Los altibajos de su carrera no deben encontrar su causa sólo en la cantante. El incidente que tuvo con el entonces presidente de la CBS, por incluirla en un festival en territorios ocupados en Israel, hicieron comprender a Joan que, 'si bien en el mundo de la música yo podía ser eterna, en los Estados Unidos, por lo menos, empezaba a ser inoportuna'.
Bob Dylan

BOB DYLAN

Hablar del folk americano de los sesenta, se enfoque desde el ángulo que se quiera, acaba por llevarnos siempre al mismo personaje: Bob Dylan. A la hora de contar las andanzas de Joan Baez o las de Peter, Paul & Mary, Phil Ochs, Eric Andersen, Tom Paxton, Judy Collins o Joni Mitchell, las canciones y la influencia de Dylan acaban siendo omnipresentes. La verdad es que, sin Dylan y su obra, el folk de los años sesenta seguramente hubiera sido otra cosa y se hubiera apagado sin influir
en el resto de los estilos musicales contemporáneos. Las canciones de Dylan hicieron pensar a los Beatles que el rock podía tener letras interesantes y dieron un giro radical a su obra. Claro que, sin la música de Chuck Berry o la de los propios Beatles, Dylan no se hubiera dado cuenta de que el folk podía tener otro acompañamiento musical más acorde con su época. Parecía un anacronismo cantar los problemas políticos y sociales de los años sesenta empleando los instrumentos y acompañamientos de los años veinte. Bob Dylan fue el primero en darse cuenta. Robert Allen Zimmerman, que acabaría siendo conocido como Bob Dylan, nació en Duluth, Minnesota, el 24 de mayo de 1941. En el 47 su familia se trasladó a Hibbing, junto a la frontera canadiense. Aunque su imagen más popular le presenta con una guitarra en las manos y una armónica al cuello sobre un aparejo casi ortopédico, su primer instrumento fue el piano, que empezó a tocar a los ocho años.

Bob era hijo de unos pequeños comerciantes que gozaban de una cómoda posición social. Desde el principio a Bob no le gustó el ambiente de Hibbing y empezó a desarrollar una personalidad introvertida. Lo único que realmente le interesaba, como ha declarado en muchas ocasiones, era la música. Pero con las declaraciones de Dylan hay que andarse con ojo, porque, sobre todo en sus primeros tiempos, solía inventarse biografías heroicas y llenas de prestigio. Aunque es considerado como el gran profeta del folk, su infancia y juventud estuvieron marcadas por todas las músicas que se sucedían en las emisoras de los Estados Unidos en los años cuarenta y cincuenta. A pesar de todo, Bob tenía otros sistemas para escuchar músicas minoritarias. Pasaba horas escuchando discos en Crippa’s, la única tienda musical a su alcance, situada en Howard Street. Su primer ídolo fue Hank Williams, un pionero del country, al que Bob trataría de emular con su guitarra. También pasaba muchas horas escuchando la emisora de Little Rock, Arkansas, que ponía discos de Muddy Waters, Howlin’ Wolf, B. B. King y otras figuras del blues y del también naciente rhythm and blues.

En 1955, cuando Bob tenía catorce años, llegó al pueblo la película Blackboard jungle, el vehículo que llevó al éxito el 'Rock around the clock' de Bill Haley. El rock and roll fue un descubrimiento para Bob, que a su lista de héroes sumó los nombres de Elvis Presley, Buddy Holly y Little Richard. Sobre todo Little Richard, que se convertiría en el segundo gran ídolo de Bob Dylan y al que trató de imitar descaradamente. Robert era un muchacho bajo y regordete, de carácter huraño y solitario. Lo único que le mantenía cerca de otros chicos era la música. Cuando comprobaba que no podía aprender nada nuevo en el terreno musical con un grupo de amigos, sencillamente lo cambiaba por otro. Bob Dylan es un hombre parco en palabras, que ha concedido muy pocas entrevistas en su vida y que se ha montado una biografía personal en la que mezcla su vida real con pasajes que parecen extraídos de la historia de los pioneros folk de comienzos de siglo. Dylan se sentía un incomprendido. Años después, en una entrevista concedida a Jules Siegel, del Saturday Evening Post, lo explicaba así: 'Yo veo cosas que otros no ven. Siento cosas que otros no sienten. Es terrible. Ellos se ríen. Me he sentido así toda la vida. Todo lo que hice fue escribir y cantar, hacer pequeños dibujos en un papel'. Eric Von Schmidt, cantante folk, letrista, ilustrador y escritor de libros para niños, que estuvo próximo a Dylan en los primeros años de su carrera, recuerda: 'Dylan estaba constantemente inventándose a sí mismo; era artista de circo, vagabundo, músico y muchos otros papeles que figuran en lo que ha dado en llamarse el mundo mítico de Dylan. Es como si su mente diese extraños saltos, como si estuviese llena de electricidad'.

Entre los muchos mitos a los que se refería Eric Von Schmidt, está el de que se había escapado de su casa cuando tenía diez años y que, al encontrarlo la policía y devolverlo a su casa, él se volvió a escapar. Es tan sólo una de las muchas historias que inventaría Dylan a lo largo de su vida. Cuando abandonados los estudios empezó a cantar en cafés universitarios, Bob solía presumir con sus amigos de sus éxitos en el mundo del rock and roll. 'Tuve una gran orquesta rock en Hibbing y después en Duluth, tan buena que hicimos mucha televisión y ganamos muchos concursos'. Pero todo eran fantasías de Dylan, que se sabía un cantante regular y quería convencerse a sí mismo de su valía. Lo que sí es cierto es que en 1960 fue, durante un breve período, pianista del grupo de Bobby Vee, porque Dylan se consideraba un gran pianista, al estilo de Little Richard. Incluso se atrevía a corregir a su ídolo rockero: 'Yo tocaba muy bien, al estilo de Richard, pero una octava más alto. Creo que Richard sonaría mejor si también tocara una octava más agudo'. Fue en el 60 cuando hizo su primera visita a Nueva York y acudió al hospital donde Woody Guthrie llevaba ya tres años hospitalizado para cantarle su tema homenaje 'Song to Woody', canción que incluiría después en su primer álbum. No obstante, en aquel entonces, las grabaciones como las de Bob Dylan estaban lejanas. Empezó a cantar en los circuitos folk de la ciudad e hizo algunas grabaciones caseras que más tarde editaría Moses Asch en su sello Folkways Records, dentro de la serie de Broadsides. El 11 de abril del 61 debuta en el Gerde’s Folk City como telonero de John Lee Hooker.

Su habilidad con la armónica le lleva a su primer contrato discográfico, no para cantar, sino para tocar la armónica en el LP 'Midnight Special' de Harry Belafonte. Unos meses después, una cantante folk llamada Caroline Hester le reclama para su disco con la CBS. Es tan sólo para tocar la armónica, pero esta vez en el estudio está John Hammond, fino catador de talentos, que queda impresionado por el de Dylan, del que tenía referencias por el comentario que el New York Times había hecho de su presentación en el Gerde’s. El crítico decía: 'Bob Dylan es uno de los estilistas con mayor personalidad que hayan actuado en un cabaret de Manhattan en muchos meses. Una persona que toca como él la guitarra, la armónica o el piano, y que compone nuevas canciones tan deprisa que no puede recordarlas, sin duda tiene talento'. Y añadía: 'La voz de Dylan no es una voz bonita. Intenta conscientemente recuperar la ruda belleza de la voz de un campesino sureño que canta una canción en el porche de su casa'. La crítica no gustó mucho en los círculos folk, ya que ningún músico había sido tratado tan bien hasta entonces por Shelton, el crítico del Times. Hammond le ofrece un contrato de grabación y se convierte en el hazmerreír de los ambientes musicales de la ciudad. Otros productores llaman a Dylan el capricho de Hammond y desconfían que pueda llegar a funcionar en disco. Con todo, la CBS pone su poderosa maquinaria en marcha y hace debutar a Dylan en un concierto, como figura única, en el Carnegie Chapter Hall neoyorquino. El resultado parece dar la razón a los agoreros: se trata del famoso recital de los cincuenta y tres espectadores. En cambio, en marzo del 62, Bob Dylan edita su primer álbum, titulado simplemente 'Bob Dylan', y, aunque siguiendo los pronósticos pesimistas no llega a entrar en las listas, produce una auténtica conmoción en el mundillo folk de la ciudad.

La Respuesta Esta En El Viento

Algunos empiezan a vislumbrar el talento de Dylan, aunque reconocen que todavía parece no saber cómo expresarlo. CBS sigue empeñada en el lanzamiento y prepara otro concierto, éste en el Town Hall y lleno de público, para grabarlo con miras a su segundo disco. Es entonces cuando Pete Seeger hace su histórica profecía: 'Si no explota antes, será el mayor talento de la música folk americana'. El concierto nunca se edita como disco y preparan otro, más cuidado, de estudio. Es el 'Freewheelin’ Bob Dylan' que incluye 'Blowin’ in the wind', 'Masters of war' y 'A hard’s rain a-gonna fall', tres temas que le establecen como auténtica cabeza de las nuevas tendencias folk. Aunque el disco no parece venderse muy bien, Peter, Paul & Mary graban en sus perfectas voces y guitarras 'Blowin’ in the wind' y lo llevan al número dos de las listas superando el millón de ventas. En una entrevista de la época pidieron a Dylan que explicara el sentido de la canción y contestó con toda sencillez: 'Poca cosa puedo decir de esta canción, salvo que la respuesta está en el viento. No está en ningún libro, en ninguna película, ni en ningún programa de televisión'. Dylan está ya consagrado como autor. Le falta el espaldarazo como intérprete. Meses más tarde, el álbum entrará en listas y llegará al puesto vigésimo segundo en los Estados Unidos y al número uno en las de su propio pais. Pero incluso antes de lograr buenas ventas, su influencia empieza a ser manifiesta. 'A hard rain’s a-gonna fall'  impresionó mucho, casi tanto como 'Blowin’ in the wind'. Muchos artistas, entre ellos Pete Seeger, comenzaron a incluirla en sus repertorios. Una noche, Jack Elliot, otro famoso cantante folk, le dijo a Dylan: 'Chico, realmente eres el Woody de hoy'. A lo que Bob contestó: 'Yo he ido mucho más allá que Woody. Él era bueno para su tiempo, logró su objetivo, pero yo he ido más lejos'.

Cuando le preguntaron qué quiso decir en el texto de 'A hard rain’s', descubrió los puntos oscuros que muchos encontraban en la letra: 'La escribí cuando creía que no tendría tiempo suficiente para escribir más. Fue durante el asunto de Cuba. Deseaba poner todo lo que sabía en una canción, dar el máximo. No es la lluvia radiactiva. La lluvia que va a caer está en el último verso, donde digo que las gotas de veneno nos inundan. Quiero decir con esto, las mentiras que la gente escucha en sus aparatos de radio y lee en los periódicos, todas esas cosas con las que se intenta lavar el cerebro de la gente, todas las mentiras que yo considero veneno'. Ed Sullivan, inevitable en esta historia, le invita a su célebre show televisivo. Dylan propone cantar 'Talking John Birch Society', una diatriba contra una famosa organización racista, ante la cual Sullivan se opone y le pide que cante otras. Dylan rehúsa salir en el programa y esto aumenta su prestigio entre los seguidores concienzados del nuevo folk y la canción protesta. Una semana después, Joan Baez le presenta en el festival folk de Monterey y en ese mismo año 63 repiten en el de Newport. En 1964 las cosas parecen cambiar poco, aunque Dylan edita su álbum 'The times they are a-changing'. Al igual que ocurría con Joan Baez, el mundo musical del folk estaba inmovilizado y el público se interesaba más por sus actividades políticas que por sus canciones. Inglaterra era otra cosa y los Beatles se convirtieron, con sus declaraciones, en los mejores promotores que podía encontrar Bob Dylan.

Por esta razón a comienzos del 65 hace su primera gira inglesa, siendo recibido con honores de gran figura, en una época en que casi toda la música brillante que se hace en el mundo tiene marchamo inglés. En mayo del mismo año empiezan a adivinarse nuevas formas musicales en Dylan. 'Subterranean homesick blues' está claramente inspirada, y algunos hasta dicen que plagiada, en un tema de Chuck Berry, lo que demuestra que las influencias de Woody Guthrie, Pete Seeger o Leadbelly empiezan a ser contrarrestadas por las del rock and roll escuchado en su adolescencia. La canción pertenece al álbum 'Bringing it all back home', que tiene una cara entera electrificada con la colaboración de Al Kooper y Paul Butterfield, y otra acústica en la que aparece 'Mr. Tambourine Man', desencadenante ésta de la gran revolución que va a conocer el folk en los siguientes meses. Esta vez el protagonista no fue directamente Dylan, sino un nuevo grupo que se había formado en California y tenía contrato en el mismo sello que Bob. Se llamaban The Byrds y estaban buscando un punto de encuentro entre la belleza de las canciones folk y la potencia de la música rock. 'Mr. Tambourine Man' fue el conejillo de indias. Tomando la canción de Dylan como base, hicieron un arreglo con todos los instrumentos habituales de un grupo rock, añadieron buenas armonías vocales y aseguran que el resultado sorprendió al propio Dylan, que comentó extrañado que hasta se podía bailar con su música. Fue el nacimiento del folk rock y en los siguientes meses surgieron cientos de grupos que se pusieron a la tarea de descubrir las composiciones de los folksingers para llevarlas de excursión por el nuevo territorio musical.

Los mismos Byrds repitieron éxito con el 'Turn! Turn! Turn!' de Pete Seeger, cuyo texto está sacado de uno de los libros del Antiguo Testamento. Seguramente, la letra más vieja que jamás haya estado en una lista de éxitos. Las canciones de Dylan se convirtieron en objetivo preferido de estos practicantes del folk rock. Entre los más conseguidos se pueden citar los casos de Cher con 'All I really want to do', Manfred Mann con 'If you gotta go, go now' y los Turtles con 'It ain’t me babe'. Fue en esa época cuando Los sonidos del silencio de Simón & Garfunkel vieron el añadido de guitarras eléctricas y batería y como era de esperar, el que no se iba a quedar quieto era Dylan. El 25 de julio de 1965 se celebraba una nueva edición del Festival de Newport dedicado al folk, de la que Dylan era la estrella invitada. Subió al escenario respaldado por la Paul Butterfield Blues Band, una banda totalmente electrificada, ante lo cual los abucheos de la concurrencia fueron estruendosos. Era un público aficionado al folk tradicional que precisamente se había dado cita en Newport para disfrutar de su música. Lo que hacía Dylan les parecía una herejía. Fue la última vez que Dylan cedió. Se bajó del escenario, dicen que con lágrimas de rabia en los ojos, y completó su actuación con su armónica y guitarra, al gusto tradicional. No obstante, antes de acabar el verano, ponía en la calle su canción 'Like a rolling stone', que ya era puro rock. Como lo sería todo el álbum 'Highway 61 revisited', aparecido en octubre de ese año.

Dylan había dado el salto de un lado a otro, aunque sabía que iba a contar con el odio de los puristas, necesitaba encontrar su propia forma de expresión. El curioso título del LP procede de la carretera estatal que Dylan empleó para ir por primera vez de Minnesota a Nueva York. En aquel entonces su destino era visitar a Woody Guthrie y lo que éste representaba: el folk combativo de los años treinta y cuarenta. Ahora, esa autopista 61 era retomada por Dylan para demostrar a todos que para él seguía siendo el buen camino, aunque había que cambiar las formas. El 22 de noviembre del 65 Dylan se casa con Sarah Lowndes, que le daría cinco hijos. Años más tarde su divorcio sacará a la luz facetas desconocidas y crueles de Dylan. Pero ya se sabe que en los pleitos por separaciones matrimoniales los nervios están a flor de piel y las acusaciones suelen tener una virulencia mayor que en cualquier otro tipo de enfrentamiento judicial. Decidido ya en su nueva línea, necesita un grupo instrumental estable y prefiere no complicarse la vida. En lugar de contratar músicos sueltos hasta amalgamar una banda, se fija en The Hawks, un grupo formado por norteamericanos y canadienses que solía acompañar a Ronnie Hawkins, uno de los grandes del rock canadiense. Les cambia el nombre y se convierten en The Band. Con ellos se va en mayo del 66 a reconquistar Inglaterra, ahora con su nuevo sonido, y de nuevo se reproducen las discusiones entre puristas y progresistas dentro del terreno folk. Con todo, esta vez Dylan sale indemne al rechazo y sigue en la línea que se había marcado.

Parece que el folk, tal y como muchos lo consideraban, había perdido una figura, pero que, al mismo tiempo, el rock estaba conquistando otra que podía servir de contrapeso al beat británico, todavía todopoderoso. El 29 de julio de ese 1966 Dylan sufre un accidente de moto y corren negros rumores sobre su suerte. Algunos llegan a anunciar su fallecimiento, otros, una fractura de cuello que le dejará paralítico de por vida. No hay explicación oficial, aunque los allegados hablan de posibles fracturas de algunas vértebras cervicales. Dylan no reaparecerá en público hasta el 20 de enero de 1968, casi dieciocho meses más tarde, en un concierto en memoria de Woody Guthrie, fallecido el 3 de septiembre del 67. Sin embargo, durante ese tiempo mantiene una interesante actividad, encerrado en una gran casa rosa en las cercanías de Woodstock, la localidad neoyorquina que se haría famosa unos años más tarde por acoger los multitudinarios tres días de amor y paz. Durante los primeros meses de convalecencia se edita el doble álbum 'Blonde on blonde', para algunos el mejor de toda la carrera de Dylan, y la canción 'Just like a Woman', que Manfred Mann convierte en éxito en Inglaterra. Al año siguiente la compañía no tiene más remedio que editar un álbum de 'Greatest hits' para mantener la figura de Dylan en el mercado mientras no puede aparecer en persona.

Ahora bien, en los sótanos de aquella gran casa rosa ('the big pink' para el mundo rock) la actividad musical es incesante. Allí vive Dylan con su familia y en las cercanías se ha instalado The Band al completo. Ensayan sin parar y graban muchas maquetas de las nuevas canciones, pensando en futuros discos. The Band, por su cuenta, preparan su primer álbum como grupo y lo titulan 'Music from Big Pink'. Algún topo infiltrado consigue sacar de allí las cintas con las grabaciones de Dylan y The Band y organiza un álbum doble, sin título ni imagen alguna en una portada totalmente blanca, que entra en el mercado de los discos piratas, o bootlegs, convirtiéndose rápidamente en objetivo de aficionados y músicos. Se dice, porque ese tipo de grabaciones no paga impuestos ni lleva libros oficiales de contabilidad, que llegó a vender más de dos millones de copias y que era conocido en el mercado ilegal con el sobrenombre 'Great White Wonder'. Cuando Manfred Mann editó 'The mighty Quinn' y se lo adjudicó a Dylan, y Peter, Paul & Mary hicieron lo mismo con 'Too much of nothing' y Julie Driscoll con 'This wheel’s on fire', muchos se preguntaron de dónde habían salido esas desconocidas canciones de Dylan. La respuesta estaba en la 'Gran Maravilla Blanca', que años más tarde, en 1975, la CBS se vio obligada a editar con el título 'The basement tapes', o sea, 'las cintas del sótano'.

Por fin, en octubre del 67 Dylan regresa, todavía en secreto, a los estudios de grabación para preparar el que va a ser su nuevo álbum, 'John Wesley Harding', un ensayo místico y ascético que le aleja definitivamente de su etapa de cantante protesta y de esos experimentos de poesía psicodélica que había en sus últimos álbumes anteriores. En enero del 68 el memorial por Guthrie significa la reaparición del cantante. Con un cambio total de estrategia, la CBS no lanza ni un solo single de este nuevo LP, aunque Jimi Hendrix hace una gran versión de uno de sus temas, 'All along the watchtower'. La táctica viene a ser el reconocimiento de la mayoría de edad de la música popular. Los artistas conciben sus álbumes como tales y no desean que se fragmente su obra, aunque eso pueda significar ventas inferiores. En este caso no parece influir negativamente en el resultado comercial, porque el disco es número dos en Estados Unidos y encabeza la lista inglesa durante diez semanas. Y si en 'John Wesley Harding' se adivinaba un cierto toque country, esta tendencia se vería totalmente reforzada en su siguiente trabajo. Para grabarlo, Dylan se marchó a Nashville, la meca del country americano, y además de emplear algunos excelentes músicos del género, contó con la ayuda de Johnny Cash, con el que cantó a dúo 'The girl of the North Country'. Dentro de ese álbum, que se tituló 'Nashville skyline', había una preciosa balada, 'Lay Lady lay' que Dylan había escrito por encargo como parte de la banda sonora de la película 'Midnight cowboy'.

Los productores la rechazaron y Dylan aprovechó para editarla en disco pequeño, formato en el que llegó al séptimo puesto de las listas. Bob había abandonado los estudios universitarios porque estaba loco por la música y porque en el fondo nada de lo que se estudiaba en las facultades le interesaba. Dicen sus amigos de aquella época que tampoco leía libros ni se intensaba por lo que pasaba a su lado. Si había hecho canciones basándose en las noticias de los periódicos fue porque sabía que en esa época eso era lo que el público esperaba de los cantantes folk. En cuanto logró cobrar prestigio y renombre, dejó de emplear esa táctica. A cambio, la universidad de Princeton, una de las más prestigiosas de los Estados Unidos, le nombra doctor honoris causa de Música, en junio del 70. Quizás para demostrar la justicia de este nombramiento, en ese mismo año Dylan edita su novela 'Tarantula' y un doble álbum titulado 'Selfportrait', donde recoge las canciones que más han significado en su vida, desde el 'Blue moon' al 'The Boxer' de Simon & Garfunkel. Si en los sesenta el folk se vio desprovisto de esperanzas musicales, por su empeño en concentrarse en mirar al pasado, y se refugió en las reivindicaciones políticas, los setenta estaban mostrando la otra cara de la moneda. Musicalmente, Dylan era un talento reconocido, pero evolucionaba siempre de acuerdo con sus propias limitaciones técnicas y vocales. Lo que le faltaban eran motivaciones ideológicas que añadieran un plus de interés a su trabajo. Si no había guerra en Vietnam ni lucha por la integración del pueblo de color, quedaba la lucha de la provincia india de Bengala, llamada ya Bangladesh, por conseguir su independencia.

George Harrison, que tenía como mentor musical y espiritual al músico bengalí Ravi Shankar, organizó en julio del 71 un gran festival para ayudar al pueblo de Bangladesh y pidió ayuda a Dylan. Éste, acompañado por The Band, participó en el recital y apareció en una de las seis caras del triple disco que recogió el acontecimiento. Al año siguiente su batalla cívica se centró en la figura de George Jackson, un militante negro que había muerto en una prisión estatal cuando, según los guardianes, intentaba fugarse. Dylan le dedicó una canción de la que se habló más que se vendió. Su puesto en las listas sólo alcanzó el puesto treinta y tres. El resto del año 72 lo dedicó a preparar la banda sonora y su participación como actor en la película de Sam Peckinpah 'Pat Garret and Billy the Kid'. En ella cantó 'Knockin’ on heaven’s door', su mayor éxito en listas desde los tiempos del 'Lay Lady lay'. A la vez, estaba madurando su ruptura de contrato con la CBS, con cuyo presidente, Clive Davis, mantenía profundas diferencias. En noviembre del año siguiente Dylan firma con Asylum Records, el nuevo sello creado por David Geffen, y se dispone a editar su nuevo álbum, con The Band y con una fortísima campaña promocional.

'Planet waves', el primer disco de Dylan en el nuevo sello, es también su primer número uno absoluto en las listas de elepés americanas. Lo que nadie podía imaginar es que la CBS editara poco antes un disco hecho con los recortes de las grabaciones del 'Selfportrait' y los desechos de otras grabaciones con el único título de 'Dylan' y que, pese a las malas críticas, llegara al puesto diecisiete. Poco después Asylum repite éxito con un doble en directo titulado 'Before the flood', en el que The Band se adjudica una de las cuatro caras del lanzamiento, lo que no supone mantener atado a Dylan, que había firmado un compromiso demasiado breve y demasiado frágil. Antes de que la CBS siga editando y manejando su viejo material a su antojo, Dylan se reconcilia con Clive Davis y vuelve a firmar para la CBS. La escapada sólo había durado diez meses, muy productivos, pero al poco tiempo la CBS recompra a Asylum los dos álbumes y de nuevo se queda con el cien por cien de las grabaciones de Dylan. Esta vez el desafío es para Clive. Tiene que demostrar que la CBS también puede llevarle al número uno y lo consigue con 'Blood on the tracks', uno de los más completos discos de toda la carrera de Dylan.

Inmediatamente deciden editar las famosas 'Basement tapes', para acabar de controlar incluso el mercado pirata del cantante, y a continuación lanzan 'Desire', que es también número uno en listas. Y, dato curioso: una vez demostrado el poderío del sello, Dylan no volvería a tener más números uno en quince años. A finales de ese mismo 1975 Dylan pone en marcha una nueva gira que titula 'Rolling Thunder Revue' y en la que invita a Joan Baez. En esa campaña pone en marcha su personal cruzada por la libertad del boxeador Rubín 'Hurricane' Harris, acusado de homicidio, al que dedica el tema 'Hurricane' en doble versión acústica y eléctrica. Aunque dedica al boxeador el último concierto de la gira, que titula 'Night of the Hurricane', en el Madison Square Garden, no consigue su absolución, lo que demuestra o que el folk ha perdido su fuerza para influir en la sociedad o que sus practicantes equivocan sus objetivos. A partir de entonces la música y la personalidad de Dylan van perdiendo protagonismo en el mundo joven. Estrena su película 'Renaldo y Clara' con escaso interés del público, participa en el concierto de despedida de The Band, filmado por Martin Scorsese en la película 'The last waltz', realiza numerosas giras por Europa y Asia, de una de las cuales surge su doble álbum en directo 'Bob Dylan at the Budokan', grabado en Japón, con interesantísimas revisiones rockeras de sus mejores temas de siempre, y descubre y aprovecha el talento de los músicos británicos.

En el 78 Eric Clapton le acompaña en un concierto al aire libre en Inglaterra y en el 79 pide a Mark Knopfler, la revelación de Dire Straits, que le acompañe en su nuevo disco. Se titula 'Slow train coming' y dentro está aquel 'Man give name to all the animals', que, aunque no entra en las listas americanas, reconcilia a Dylan con los públicos europeos. El guitarrista de ese disco es Knopfler, pero lo más interesante es su contenido bíblico, ya que Dylan se ha convertido de la religión judía de sus padres al cristianismo. 'Save' e 'Infidels', sus siguientes álbumes, inciden en el tema religioso y en el segundo de ellos repite colaboración, y esta vez coproducción, de Mark Knopfler. Al quedarse sin The Band, Dylan ha dejado de tener una banda estable detrás, por lo que cubre ese hueco contratando a la banda de Tom Petty y los Heartbreakers, con los que participa en el concierto 'Live Aid' de Filadelfia, en ayuda a Africa. Antes ha sido uno de los invitados de honor en el disco 'We are the world' del grupo USA for Africa. Inevitablemente, sigue su ansia de nuevas aventuras y en el 87 deja a Petty y se une a Grateful Dead, la prestigiosa banda acida de San Francisco, en una nueva gira que leva el simbólico título de 'Dylan and the Dead' y que también se refleja en un disco en directo. Con todo, quizás su última gran excentricidad sea su reunión con otros cuatro artistas carismáticos, en octubre del 88. Son Roy Orbison, una leyenda del rock y pop de los ultimos cincuenta y primeros sesenta, Tom Petty, su penúltimo compañero de correrías, George Harrison y Jeff Lynne, fundador y líder de la Electric Light Orchestra. Juntos los cinco fundan un nuevo grupo llamado Travelling Wilburys y editan un álbum con ese título que se convierte en un inesperado exito. La muerte prematura de Roy Orbison, dos meses más tarde, impide dar continuidad a este proyecto, aunque, los cuatro supervivientes reinciden y graban una segunda parte, como homenaje al Wilbury desaparecido.
Peter Paul Mary

Un angel rubio y dos cellos con guitarra

Así definieron a Peter, Paul & Mary los críticos norteamericanos. La descripción, además de poética, era exacta. Mary Travers, el ángel rubio, era una cantante de aspecto tan hermoso como su voz. Había hecho coros en algunos discos de Pete Seeger y había formado parte de un efímero grupo folk llamado The Song Swappers. Incluso había hecho sus pinitos como actriz en un musical de Broadway titulado 'The next president', pero quería ser cantante folk y había puesto un anuncio, con fotografía incluida, en el Folklore Center de Nueva York, pidiendo compañeros para formar un nuevo grupo. Peter Yarrow, uno de los cellos barbudos, cantaba regularmente en el Wha Cafe, en pleno Greenwich Village, que entonces hervía de intérpretes folk. Pero algo especial debía tener cuando Albert Grossman, el más perspicaz cazatalentos que pululaba en el mundo folk, reparó en él y se ofreció para ser su manager. Peter había estudiado en la High School of Music and Art de Manhattan, un centro inmortalizado por la película Fame y la serie subsiguiente. En esa época estudiaba Psicología en la Universidad de Cornwall y se había tomado un año sabático para probar fortuna en la música, ya que se sentía capacitado para triunfar en el mundo folk.

Nos queda el tercero, Noel Paul Yarrow, que provenía del mundo rock. Había formado parte del grupo Birds of Paradise y también estudiaba en la universidad, aunque se ganaba la vida actuando como cantante y humorista en el Gaslight Club. Precisamente, cruzando la calle estaba el Wha Cafe y Peter había visto algunas veces a Paul en su show. Así que lo presentó a Grossman, vieron luego la foto de Mary en la pared del centro folclórico y sólo les faltó ponerse a ensayar y preparar repertorio. El escondite para los ensayos fue el apartamento de Paul en el East Village. La primera canción que hicieron a trío fue la popular 'Mary had a little lamb'. Como todos los grupos que han triunfado en el mundo folk, para conseguir imponer sus canciones en el mundo del pop han debido rebajar la pureza del estilo, que muchas veces se caracteriza por un primitivismo exagerado que produce el rechazo de los no iniciados. Peter, Paul & Mary pagaron este tributo y a cambio lograron muchos más triunfos en las listas que el resto de los talentosos miembros de lo que se dio en llamar la generación de Newport, no porque todos salieran de aquel festival, sino porque fue el detonante de esta nueva edad de oro del género. Albert Grossman les consiguió un contrato con la Warner Bros y pronto empezaron los discos.

El resultado fue explosivo. Por primera vez, desde el éxito del Kingston Trio, un grupo folk (que curiosamente también era un trío) podía competir con las figuras rock y pop y superarles en muchas ocasiones. Quizás el mayor mérito de Peter, Paul & Mary, que nó evitaron los compromisos políticos ni rehusaron sumarse a manifestaciones, sentadas, marchas de protesta y acciones contra la segregación y la guerra, fuera su habilidad para seleccionar repertorio. En el primer disco estaban 'Quinientas millas' y 'Lemon tree', que sirvieron para darles los primeros éxitos. A partir del segundo no sólo llegaban grandes canciones, también descubrían a compositores de la nueva hornada folk que no tenían posibilidades de darse a conocer por sus propios medios. Fueron Peter, Paul & Mary quienes pusieron en órbita a Bob Dylan al grabar su 'Blowin’ in the wind'. También lo hicieron con Joni Mitchell, Tom Paxton, Phil Ochs y John Denver, que en aquel entonces firmaba con su verdadero nombre, John Deutchendorlf Jr. La aventura de Peter, Paul & Mary duró hasta 1970. Su último disco en esa etapa, precisamente una composición de Denver titulada 'Leaving in a jet plane', fue su único número uno. La detención de uno de sus componentes, acusado de corrupción de menores, hizo imposible la continuidad, aunque cantaron para McGovern en el 72, y perdieron. Se reunieron de nuevo en el 80, pero sin éxito. Lo han vuelto a hacer alguna otra vez, pero a sabiendas de que el público quiere volver a escuchar aquellas maravillas que los tres interpretaban con una perfección casi imposible antes de la existencia de los estudios de grabación computarizados.
Phil Och

Phil Ochs

Son dos de las grandes figuras masculinas y tienen en común el que representan una etapa y un talante determinado dentro de la renovación del folk de los setenta. Sin embargo, después de un comienzo más o menos similar, sus caminos se fueron separando y sus carreras dejaron de tener puntos de contacto. Phil Ochs era un estudiante de periodismo izquierdista que descubrió que las canciones podían tener mucha más difusión que los artículos. Ante el hecho se decidió a contar sus ideas por medio de canciones. Como Joan Baez y Bob Dylan, nació en el 41 y después de una educación severa, llegó a la facultad de Periodismo de la Universidad de Ohio, donde fundó el periódico The Word. Pronto su interés derivó hacia la música, por la que al principio no sentía ninguna inclinación. Sus primeros maestros fueron los discos y las canciones de Pete Seeger y Woody Guthrie porque, como él, empleaban las canciones como armas para potenciar y refrendar sus ideas políticas. A comienzos de los sesenta inició el obligado peregrinaje que le llevó a los cafés folk del Village neoyorquino. Sus canciones parecían superiores a sus cualidades como cantante (algo en común con Dylan), pero, mientras Bob se empeñó en darlas a conocer personalmente, muchos temas de Ochs se editaron en otras voces cuando casi nadie sabía aún que él cantaba. 'There but for fortune', en la voz de Joan Baez, fue el tema que le dio a conocer como compositor, ya en el 65, aunque su primer disco como cantante llevaba un año en las tiendas. En el 66 edita un disco en directo que completa con unos poemas de Mao firmados con una pregunta: '¿Es éste el enemigo?'. Provocador nato, cuando su línea de canción protesta está en el punto álgido, cambia para componer bellas canciones pop y lo justifica, en otra portada, con este razonamiento: 'Dicen: Tienes que protestar, es tu ineludible deber. Pero en una época tan fea, la auténtica protesta es la belleza'. Años después, decepcionado al verse olvidado por el público, acaba por quitarse la vida.
Tom Paxton

Tom Paxton

Tom Paxton nació en el 38 en Chicago, pero se crió en Oklahoma, el paisaje de algunas de las mejores canciones de Woody Guthrie. Si Ochs quería ser periodista, Paxton eligió la carrera de actor y se matriculó en la Escuela de Arte Dramático de su estado. Allí empezó a aficionarse a la música country y de ella derivó al folk. Como tenía buena voz y cierta facilidad para la composición, decidió olvidarse provisionalmente del teatro y dedicar todas sus fuerzas a la música. Cuando se licenció del servicio militar aprovechó para irse a Nueva York y empezar el meritoriaje musical por los cafés del Village. 'Ramblin’ boy' fue la canción que le dio prestigio, pero en otras voces. Era una canción muy bien construida que llamó la atención de editores y cantantes. Entre ellos la de Pete Seeger, que le consagró al cantar '¿Qué te enseñó el maestro?' en su histórico disco en directo del Carnegie Hall del 63. En aquella época, ser cantado por Seeger era un marchamo de prestigio para caminar por el mundillo folk. Desde ese momento Paxton entró, efectivamente, en la elite de los cantantes folk. Cuando su estrella empezó a descender en su país, se refugió en Inglaterra, donde su prestigio estaba aún intacto. Allí vivió largas temporadas y grabó sus últimos discos. Allí fue convirtiéndose, también, en una rareza, como la mayor parte de los supervivientes de la dura lucha que supuso el folk americano de la década de los sesenta.
Joni Mitchell

JONI MITCHELL

Joan Baez fue la indiscutible reina del folk americano de su tiempo, por talento y por carácter. Pero hubo otras dos grandes voces femeninas que, por su calidad artística y por su trabajo, hubieran merecido compartir el trono, aunque al final se quedaron como las grandes damas. Una era estadounidense y la otra nació en Canadá aunque hizo lo mejor de su carrera en Estados Unidos. Judy Collins, la norteamericana, destacó fundamentalmente como cantante y tuvo siempre una habilidad especial para seleccionar buen repertorio. Fue una de las primeras descubridoras de la música de Jacques Brel para el público americano, Al final de la década mereció el homenaje del country rock cuando Crosby, Stills y Nash le dedicaron su 'Suite: Judy blue eyes'.

Joni Mitchell, canadiense, se llamaba de verdad Roberta Joan Anderson y de pequeña quería ser pintora. Fue un profesor suyo de pintura quien le dirigió hacia las letras. Más o menos le dijo: 'Te gusta pintar con pinceles y colores, pero creo que algún día preferirás dibujar con palabras'. No andaba descaminado. Roberta había nacido el 7 de noviembre de 1943 en McLeod, Alberta, y realizó sus estudios de pintura en la escuela de Arte de Calgary. Pero tenía demasiada buena voz como para desaprovecharla. Habiéndose hecho con un buen repertorio folk acompañándose al ukelele, empezó a complementar sus ingresos cantando en el Depresión Coffee. Le faltaba un pequeño empujón y se lo dio el Mariposa Folk festival de Ontario, al otro extremo del país. Buena muestra de su talento es que el largo viaje en tren hasta Ontario, tres días y tres noches, le inspiró la canción 'Day after day', basada en el ritmo monótono de las ruedas del tren, que estaba en su primer disco. El festival la consagró y se quedó en Ontario, donde no le faltaba trabajo en los cafés de la zona estudiantil. Allí conoció a Chuck Mitchell con el que se casaría en el 65 y se divorciaría en el 66. Lo único que le quedó del matrimonio fue su apellido, incorporado a su nombre artístico. Roberta Joan Anderson se convirtió en Joni Mitchell. Para olvidar su fracaso matrimonial decidió emigrar a Detroit, donde siguió cantando. Allí la descubrió la Reprise Records y llegaron las grabaciones. Su primer triunfo, el tema 'Both sides now', llegó a la fama en la voz de Judy Collins, una de sus numerosas rivales en el mundo folk. El segundo, 'Woodstock', fue un himno al macrofestival del 69 y se lo dio a Crosby, Stills, Nash & Young. El tercero y siguientes, como 'Big yellow taxi' o 'Chelsea morning', triunfaron ya en su voz. Joni está entre los escasos artistas folk de su tiempo que se dio cuenta de que para sobrevivir había que evolucionar. Y su progresión la llevó hasta terrenos próximos al jazz y hasta modos musicales completamente alejados de esa sencillez y primitivismo que parecen consustanciales al folk.
Judy Collins

JUDY COLLINS

Judy, la de los ojos azules, llevó siempre una vida vagabunda. Hija de un padre ciego, desde la infancia recorrió el país en compañía de su abuelo, profesor itinerante en zonas rurales, con su madre como conductora y su padre como protagonista de un show humorístico en el que también cantaba. Es medio hermana de John Denver, pero sus carreras musicales poco tienen que ver. Tan sólo la fama de Baez pudo eclipsar durante algún tiempo la dulzura de su voz y la facilidad para descubrir hermosos temas en los repertorios ajenos. Al contrario que Joni, casi nunca compone. Firmó por Elektra Records, que editó sus discos con gran regularidad e interés. Con ella colaboraron algunos de los mejores músicos folk y pop de su época y es especialmente brillante la armónica de John Sebastian en algunos de los más nostálgicos temas de su etapa folkorista. Porque, como tantos otros, del folk saltó al pop y ya en esa faceta fue la responsable de convertir 'Send in the clowns', de un musical de Broadway, en un clásico de la música popular. El hecho es que los artistas folk siempre han mostrado una gran habilidad para descubrir el talento, allá donde estuviere.