El antiguo acomodador decidió volver a las salas de proyección por la puerta grande. La televisión le había lanzado icónicamente hasta tal punto que todos daban por sentado que valdría simplemente su presencia en la pantalla para garantizar el lanzamiento de cualquier película. No sin razón. Tal vez por eso en su primer filme, 'Love me tender' (1956), no estaba previsto que interpretara números musicales, pero la productora renunció finalmente a semejante experimento y decidió asegurar el entusiasmo de los fans de Elvis haciéndole interpretar cuatro temas. Elvis, en consecuencia, ya era también actor. 'Loving you' (1957) y 'Jailhouse Rock' (1957) fueron los dos siguientes títulos de una filmografía que llegaría a los treinta y dos. Aproximadamente una treintena de versiones del mismo guión: héroe tímido o temerario que se enfrenta al mal y acaba venciéndolo al mismo tiempo que conquista el amor de la chica en una lucha jalonada por sus canciones. Una fórmula de éxito asegurado en el que la única imaginación que por regla general se renovaba era la destinada a pensar cuál podría ser la nueva caracterización de la estrella. De este modo, podemos conocer a un Elvis como ruiseñor campesino o presidiario en las dos últimas producciones citadas, como mestizo indio en 'Flaming star' (1960), púgil en 'Kid Galahad' (1962), aviador en 'Paradise, hawaiian style' (1966), piloto de automóviles de carreras en 'Speedway' (1968), fotógrafo en 'Live a little, love a little' (1968), pistolero en 'Charro' (1969), soldado en 'G.I. Blues' (1960), doctor en 'Change of habit' (1969), y así sucesivamente siempre con su efectivo y efectista gancho sexy y, naturalmente, con su voz y a veces su guitarra.
Interpretaciones musicales al margen, no suele haber mucha calidad en esa lista de treinta y dos películas escritas a su medida. La mejor para la crítica ha sido la cuarta, 'King Creole' (1958), basada en una novela de Harold Robbins titulada 'Una piedra para Danny Fisher' y que permitió que hasta el acerado comentarista del New York Times escribiera '¡Elvis puede actuar!'. Cuando 'King Creole' se estrenó, Elvis estaba en otro tipo de actuación muy distinto. Caracterizado esta vez como miembro de las Fuerzas Armadas de su país, no tenía más remedio que tomarse completamente en serio su papel, porque el Tío Sam le había enrolado de verdad. Elvis entró en filas el 24 de marzo de 1958, en el punto más álgido de su carrera, como simple recluta en la compañía A de la segunda división acorazada del ejército. Elvis the Pelvis se convirtió en US-53.310.761 en el campamento de Fort Hood de Texas, a la vez que sus trajes multicolores se transformaban en un uniforme beige claro y su tupé, enloquecedor para millones de jovencitas, en la cabeza rapada indistinguible de las de los otros reclutas. Un corte de pelo, por cierto, que pudo costarle la vida al sargento que manejó las tijeras, de haberse cumplido alguna de las amenazas enviadas hasta el campamento por sus seguidoras más fetichistas. Quizá las mismas que compraron alguno de los miles de auténticos mechones del cercenado pelo de Elvis que algunos avispados y sacrilegos comerciantes acertaron a vender como reliquias.
El servicio militar no fue en sí nada amargo para el cantante, aunque durante el mismo cayó en su vida el borrón negro de la muerte de su madre, una persona a la que estaba especialmente unido. Gladys, la receptora del primer disco grabado de Elvis, murió el 4 de agosto de 1958, cuando todavía le quedaban por delante a su hijo dos años como militar destinado en la base americana de Bremerhaven, en Alemania. En ese período, el hueco que había dejado se lo disputaban una serie de figuras entre las que se contaban nombres de tanto relieve como Paul Anka, Ricky Nelson, Frankie Avalon, Bobby Yee o Fabian. No tener que competir con El Rey les permitió a muchos de ellos alcanzar el número uno en la lista de ventas, un lugar que casi había venido siendo una rutina para Presley a la vista de los siguientes datos: desde su lanzamiento en enero de 1956 hasta su marcha al Ejército en marzo de 1958, ocupó el primer puesto del ranking durante cincuenta y una semanas, es decir casi un día sí y otro no. Ese largo lapso no fue obstáculo para demostrar, inmediatamente después de colgar el uniforme, que nadie podía rivalizar con él. Frank Sinatra fue el primero en tenderle la mano para llevarle a su show de televisión, que se retransmitía desde el Fontainebleau Hotel de Miami. Eso sólo fue el preámbulo de un regreso glorioso que comenzó, discográficamente, con la edición de un volumen titulado 'Elvis is back' que, apenas puesto a la venta, ocupó el primer lugar en las listas.